La Biblia enseña que es fijado que cada persona va a morir.
Y entonces después de morir cada cual va a experimentar de las consecuencias de cómo vivía en la tierra. La Biblia dice que aquellos que caminan en la luz, es decir los que siguen a Jesús con todo el corazón van a ir al cielo. Pero aquellos que no caminan por luz y escogen a caminar en la oscuridad no van a ir al cielo. Puede decir que ellos son auto condenados; ellos cosechan las consecuencias de sus decisiones mientras vivían en la tierra.
La Biblia enseña que cada persona solamente tiene una vida para vivir. Y después de esta vida cada persona va a vivir en la eternidad, basado en si hemos amado y servido a Dios. Es decir, tenemos una sola oportunidad a vivir una vida justa que honra a Dios. Mientras vivimos tenemos la oportunidad a escuchar que Dios nos ama y para recibir a Jesús como nuestro Salvador y Señor. Cuando hacemos esto, somos liberados de nuestros pecados y somos libres a vivir la vida justa que honra a Dios. Es como si fuéramos nacidos de nuevo. Que oportunidad tan buena que tenemos. Pero cuando morimos, ya nuestro destino es determinado por como vivimos antes de morir.
Amando y sirviendo a Jesús va a darnos vida eterna con Dios en el cielo. El galardón por haber vivido una vida que honra a Dios es que ya puede vivir una vida en libertad, y está seguro de que va a vivir con él por toda la eternidad en el cielo.
El universo y todo lo que hay han sido creado por Dios. Y aunque nos damos cuenta de que este mundo es muy bello, no podríamos comprender la belleza que vamos a ver algún día en el cielo. Sabemos que Dios ha hecho el cielo más allá que podríamos entender. Y sabemos que vamos a estar allá en la presencia de Dios para siempre. Y no van a ver allá más tentaciones ni pecado ni muerte. Vamos a estar con Dios y vamos a experimentar lo maravilloso que es poder alabarlo a él para siempre.